Recuperando el Patrimonio Natural de Puchuncaví y Quintero
En el sector centro-norte de la Provincia de Valparaíso, compartida por las comunas de Quintero y Puchuncaví se localiza la Bahía de Quintero, la cual ha estado en la palestra comunicacional y política de la última década al ser víctimas de reiterados desastres ambientales (vertimiento de hidrocarburos y sustancias peligrosas en la bahía, intoxicación de pobladores por sustancias desconocidas, incremento de enfermedades asociadas a la contaminación ambiental, etc.), lo que en conjunto a una larga historia de más de seis décadas de contaminación la ha catapultado a ser reconocida como una de las principales y más emblemáticas “zonas de sacrificio” de Chile.
En un espacio de apenas 500 hectáreas se emplaza uno de los polos industriales más grandes e importantes del país con un total aproximado de 20 empresas del más variado tipo (ver mapa x). Su actividad es fundamental para el desarrollo de la economía nacional, destacándose principalmente en el ámbito energético (4 termoeléctricas a carbón), portuario (siendo uno de los puertos que traslada la mayor parte de las exportaciones, junto a San Antonio y Valparaíso), industrial-minero (fundición y refinería de cobre, proceso de hormigones, asfaltos, fábrica de ladrillos), refinería de petróleo, industria química, gasífera, además de desarrollarse actividades agrícolas, turísticas, inmobiliarias y en menor medida la pesca artesanal (Terram, 2018).
Si bien la Bahía de Quintero ha sido mayormente reconocida por la polución proveniente de actividades contaminantes y peligrosas localizadas en el polo industrial, en paralelo, ambas comunas han sido objeto de una fuerte presión inmobiliaria para el establecimiento de proyectos turísticos en sitios de alto valor ambiental para la comunidad; tal ha sido el caso del emblemático proyecto “Maratué”, que ha tenido movilizados desde el año 2017 a pobladores y pobladoras de la localidad de Horcón en resistencia a este gigantesco proyecto habitacional que amenaza con la vida y biodiversidad de Los Acantilados de Quirilluca.
La localidad de Horcón -caleta costera de la comuna de Puchuncaví con apenas 2.000 habitantes, protegida del viento sur y el polo industrial por una pequeña loma y a escasos 2km de los Acantilados de Quirilluca- posee una identidad que la diferencia respecto a sus localidades vecinas, caracterizada por la llegada a finales de los años setenta de población artesana de distintas partes del país asociada a nuevos modos culturales y de vida que marcarían el devenir económico, cultural e identitario de su población.
Los conocidos “hippies” de Horcón pasaron a ser residentes permanentes, vendiendo sus productos en una costanera que comenzó a ser frecuentada por visitantes que encuentran en el lugar valores asociados a los modos de vida, al entorno natural y/o a su relativo aislamiento.
No obstante, desde mediados de los años 90 empezaría la construcción de los primeros condominios cerrados y en altura para recibir a veraneantes provenientes de sectores acomodados de las urbes metropolitanas de Santiago y del Gran Valparaíso. Situados en los extremos norte y sur de la trama urbana los residentes locales enfrentarían una ‘privatización de facto’’ de alguna de sus playas, mientras, en paralelo se viviría una proliferación de casas de veraneo construidas a menudo de manera informal, lo que ha generado durante los últimos 20 años una transformación del entorno marcada por un crecimiento poco armónico y sin la necesaria dotación de servicios básicos de agua potable, alcantarillado, urbanización o espacios públicos.